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Mindfulness

El “aquí” no existe y el “ahora” tampoco

Siendo este un artículo sobre Mindfulness, el título puede parecer una insurrección o hasta una herejía, está bien… De todos modos, si nos disponemos a desmenuzar el concepto “aquí” y el concepto “ahora” y, según vayamos avanzando en el análisis, quizás nos deje de parecer una afirmación insensata.

El “aquí” es un concepto relativo al espacio y que responde a la pregunta “¿Donde?”.

El espacio es percibido por nuestros sentidos, que nos dan una descripción del lugar donde estamos. En este punto cabe destacar que cada uno de nosotros tiene una percepción parecida, pero no igual. No todos tenemos la misma capacidad de ver, oír, palpar, oler o saborear. Cada persona tiene una capacidad sensorial distinta, y es que hay personas daltónicas, otras que no oyen ciertas frecuencias, otras que no perciben ciertos olores o ciertos gustos u otras que tienen un sentido del tacto muy desarrollado en algunas partes o que no perciben sensaciones.

Si además, añadimos el hecho que lo que nos llega al cerebro a través de los sentidos es reinterpretado por cada persona según su experiencia, según sus valores, creencias, según la situación emocional en que estén etc.., tenemos que estamos añadiendo otra capa de interpretación personal.

Es decir, lo que tenemos al final es un modelo de la realidad, una abstracción fruto de la combinación entre lo que perciben nuestros sentidos (R1) y la construcción que hace nuestro cerebro (R2). Así que nuestra realidad física, nuestro “aquí”, es en verdad un modelo de la misma, modelo al que llamaremos R, y que es fruto de R1 x R2, pero que no es la realidad en sí. Y esa realidad R, que es percibida, es distinta para cada persona.

Así pues, ¿qué es el “aquí”? ¿Mi “aquí” es diferente de tu “aquí” y de su ”aquí”? ¿De que “aquí” estamos hablando? ¿Cada uno del suyo? ¿Existe un único “aquí”?

Dejamos de momento a nuestra R y afrontamos el concepto “aquí” desde un punto de vista más holístico.

Pues bien, sabemos que los órganos de nuestro cuerpo están formados por células, que, en última instancia, están compuestas de átomos. En un átomo solamente el núcleo es materia y la dimensión de ese núcleo, con relación al total del átomo, es como la medida de una aguja en un campo de fútbol, que sería el espacio por donde giran los electrones. Por lo tanto, aquello que percibimos como un cuerpo sólido no es tan sólido en verdad. Nuestro cuerpo físico está formado por un 99,9999% de espacio vacío, y solamente 0,0001% de materia; aunque este último porcentaje, según la dice la física cuántica, es también espacio vacío, aunque admito que yo no lo alcanzo a entender.

El hecho es que ocurre prácticamente lo mismo con el resto de objetos que percibimos, son casi vacío. Así que, podríamos decir que el universo es un gran vacío espolvoreado con algunas partes mínimas de materia.

Si volvemos a la realidad R de la que hablábamos antes, le podemos ahora añadir el toque final que en un 99,9999% es vacío y en un 0,0001% es materia. Está bien, sigue siendo la realidad de cada uno, pero quizás ahora nos la podemos tomar con más calma, con más humildad, entendiendo que, además de ser distinta de la del resto de seres humanos, es una realidad en que hay muchísima parte de vacío.

 

Respiremos un poco y pasemos al otro tema.

 

El concepto del “ahora” es un concepto relativo al tiempo, pero antes de hablar del tiempo en particular, hablemos del concepto espacio-tiempo. Es decir, de cómo se enlazan el “aquí” y el “ahora”.

Si retrocedemos al año 1927, encontraremos que se formuló el principio de incertidumbre de Heisenberg, uno de los principios principales de la física cuántica. El principio postula que no se puede saber, a la vez y con total precisión, el valor de la posición y del momento de una partícula. Es decir, que no es posible precisar la posición de una partícula, ya que estas no tienen una extensión fija y no tiene sentido hablar de su cuál es su posición. Cuando midamos su posición ya se encontrará en otro sitio.

Para ponerlo en algo más terrenal, podríamos decir que en cualquier medida que hagamos, siempre habrá un error experimental. Este error es debido al hecho que se utiliza un aparato de medición y que, por tanto, esta medición no es perfecta. Por ejemplo, si se quiere medir la longitud de una mesa, se puede usar una regla convencional. A esta medida, se le asigna el error de un milímetro, ya que es el error mínimo que tiene la regla. Si queremos incrementar la precisión en la medida, se puede utilizar una regla más precisa, pero seguirá habiendo un error, y así hasta el infinito.

 

Así que no podemos establecer una relación espacio-tiempo exacta, también dependerá de nuestra percepción establecerla de la forma más aproximada posible.

 

Y ahora sí, hablemos del tiempo.

Y es que una de las conclusiones de la teoría de la relatividad de Einstein, es que el tiempo es relativo, depende de la velocidad a que se mueve en el espacio el observador, y forma parte del compuesto llamado espacio-tiempo. Einstein ya dijo que es la mente la que crea el tiempo, que el tiempo no existe independientemente de la percepción.

 

Para nosotros, los humanos, el tiempo es lineal y va desde el pasado hasta el futuro y, aparentemente, progresa linealmente dejando consecuencias totalmente tangibles para nosotros como es evidente.

Si en esta línea del tiempo nos ponemos a buscar en qué punto está el presente, el “ahora”, nos ocurrirá que, cuando lo midamos, ya será pasado, según hemos visto en con el principio de incertidumbre de Heisenberg.

Así que, ¿qué sentido tiene estar en el “ahora”, si se encuentra en un punto infinitesimal, inmedible y prácticamente vacío? ¿De qué nos sirve ese “ahora”?

 

Pero hay otra manera de entender el “aquí” y el “ahora” que quizás nos pueda ser útil para la vida diaria.

Podríamos tratar el “aquí” como la consciencia que estoy en el lugar en el que se suceden los eventos que puedo percibir, a mi manera y con mi realidad R, sin ponerle límites, sean las percepciones que sean. Ese “aquí” es un lugar útil para nosotros, es el punto en que nos encontramos, un aquí que nos une, igual que el vacío une todo el universo, es el “aquí universal”.

Y podríamos tratar el “ahora” como la conciencia que reconoce que éste es el momento en que se aglutina todo el pasado, y cuando digo todo me refiero al pasado más reciente de hace tan sólo un segundo, a toda mi vida, la de mis padres, la de todos mis ancestros etc… Y, a la vez, también el momento en que coinciden todos mis planes, mis expectativas, mis ilusiones hacia el futuro. Ese momento es un “ahora” útil para nosotros, es el punto en que nos encontramos, es el “presente extendido”.

 

Así que, en el “aquí universal” es donde estamos y el “presente extendido” es lo que somos.

 

Òscar Carrera

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